1 oct 2014

DE PUTAS Y SANTAS

Esta es mi primera colaboración para la revista online "Proyecto Khalo", una publicación mensual que sigo desde hace meses y que desde el principio me enganchó. Se autodefine como una alternativa  a las revistas femeninas y todos sus artículos ponen el punto de mira en la mujer y su relación con el entorno, siempre con unas dosis de realidad, colaboración, análisis y sarcarsmo que no existen en las revistas femeninas actuales. Os invito a que la conozcáis y por supuesto a que leáis mi primer artículo.

El título puede ser chocante, malsonante o simplemente llamativo. Pero nada más lejos de la realidad; lo que trato de describir en este artículo son los dos extremos represivos del imaginario social entorno a la mujer, con la mayor objetividad posible. Si queréis leer el artículo en la web de "Proyecto Khalo", pinchad aquí: "De putas y santas"


                                      "Reine Paon" Imagen del ilustrador Benjamin Lacombe


-Mira Fulanita, vaya pintas que lleva, con esa falda, ayer estaba con uno y hoy con otro… ¡Menuda puta!
-Pues mira Menganita, con lo fea que es la pobre, siempre estudiando…No tiene “nivel” para venir con nosotras, ¡es muy santa!
¿Os suenan estas conversaciones? Seguro que más de una vez todas hemos oído (cuando no participado) en una de ellas. Ser puta o ser santa. La eterna dualidad para las mujeres. Y la lástima es que casi siempre somos las propias mujeres las que juzgamos así a las otras, sin darnos cuenta de que al hacerlo nos hacemos daño a nosotras mismas. Voy a escribir este artículo sobre las mujeres por el hecho de serlo, pero creo que en este juego del etiquetado somos todos, hombres y mujeres, quienes salimos perdiendo.
Parece como si en nuestra sociedad las mujeres sólo pudiésemos aspirar a estar en alguno de estos extremos, tan temidos, tan fáciles de determinar, tan catalogables. Putas o santas, malas o buenas, brujas o princesitas, vividoras sin conciencia o amargadas olvidadas de sí mismas… Todo o nada.
Voy a analizar exactamente a qué nos referimos -y en esto hay mucho de cultural- cuando decimos que una mujer es una puta o una santa.
Puta es aquella que ofrece sexo a cambio de dinero. Sin embargo, creo que cuando a una mujer se le llama “puta”, esta palabra denota mucho más, por el contexto cultural. Ser puta es ser vil, no tener escrúpulos ni conciencia. Es mucho más que vender el cuerpo, es haber vendido el alma, haberse salido del camino marcado y poder ser señalada con la letra escarlata. Es el tabú social, es ser indigna. Es un ser despersonalizado, sin amor ni disfrute propio. Por mucho que lo he pensado, no consigo encontrar una palabra negativa que describa a quien se beneficia del servicio de la puta: cliente, chulo (esta incluso denota superioridad), la  Madamme (“señora” en francés, a modo de respeto)… En el mismo lenguaje la puta se queda sola, porque aunque se dé que todos se aprovechen de ella, al final es ella sola la que ha de llevar la carga de ser lo que es en la sociedad en la que vivimos.Lo curioso de todo esto es que la puta está hecha para el placer de los demás, sin los demás, ser “puta” no tiene sentido.

Vamos a hora al otro extremo, el de la “santa”. Habrá quien piense que este no es tan dañino como el anterior, ya que culturalmente es más aceptado. A pesar de que muchos de los santos que aparecen en el calendario lo fueron por haber sido castigados por sus ideas religiosas (lo que implicaba valentía), ser “santa” es otra palabra cuyo significado se ha desvirtuado y tiene un significado social.
El diccionario la define como: “De especial virtud y ejemplo de persona sin culpa, venerable”.
Es aquella que no puede tener culpa porque nunca hace nada, y si hace es lo que está marcado. Por tanto, la cautela y la inactividad son su camino. Es todo lo opuesto a la puta: no contesta, es sumisa, debe sacrificarse por los demás ante todo. En nuestra sociedad esto se consigue por los medios más diversos: la imagen, la ropa, conseguir una posición social “bien vista”, una casa… Ser una mujer que no llame demasiado la atención para no deslumbrar, pero que la llame lo justo como para que los demás vean que sigue el buen camino. Es la niña buena transformada en chica aplicada, la mujer esperable. Su misión es velar por el resto, una santa no goza de su vida en pos de los demás, que pueden aprovecharse de esto.


                                                   
                                                      "Ella baila bembé", Canción de Amparanoia




Los demás… ¿Os suena esto de algo? ¿Será que la santa y la puta son dos barrotes de una misma cárcel?
Ambas están al servicio de la sociedad, son fácilmente identificables y etiquetables… Ni la santa ni la puta cubren sus propias necesidades, sino las de los demás. Ambas están totalmente desconectadas de cualquier deseo personal.
Ambas son figuras incómodas para las mujeres de nuestra sociedad. Las generaciones anteriores valoraban más el extremo de la santa por la influencia de la religión (la Virgen María es la santa por excelencia), y creo que hoy, por la influencia de los medios de comunicación, se nos quiere transmitir la imagen de que una mujer libre elegirá más el modelo de la puta. Lo peor es que muchas veces somos las propias mujeres quienes no nos paramos a pensar si realmente tenemos que movernos entre estos dos extremos que de por sí son falsos; ya que nos cortan los instintos más primarios y nos hacen creer que algunos de nuestros sentimientos y deseos son incompatibles con los demás. Se puede ser dulce a la vez luchar como una animal por lo que se quiere, ser sexual y tener aspiraciones espirituales, contestar con descaro cuando es necesario y querer cuidar o tener hijos. No sólo se puede hacer, si no que en realidad, se es realmente.
El propio ciclo menstrual (que por supuesto no es igual para todas) hace que el cuerpo de la mujer pase por distintas fases hormonales, físicas, emocionales: complementarias. De la menstruación a la ovulación hay cambios enormes en cuanto al deseo, a la sensibilidad al dolor, en cuanto a los fluidos físicos… Y todo este cambio dentro de una sola mujer una vez al mes… ¿Por qué no aceptar entonces estos cambios a nivel de sociedad al referirse a la mujer?

En su libro Las diosas en cada mujer,  la doctora Jean Shinoda muestra los arquetipos femeninos basados en las diosas griegas. Aunque nunca me ha parecido muy realista poner etiquetas, sí creo que es interesante ya que la cultura greco-latina es nuestro origen. Me llamó mucho la atención la referencia que hace a las diosas Afrodita y Hestia, que representaban el amor y la sexualidad la una y el mundo espiritual e interior la otra. Lo que en nuestra sociedad equivaldría a la puta y la santa, aunque en oposición a nuestra realidad social, aquí ambas deidades lucen por hacer muestra de su voluntad. Shinoda dice que tienen mucho más en común de lo que se podría pensar. Ambas son independientes, no dan explicaciones a nadie, han elegido libremente el lugar en el que están. “…(Afrodita) es capaz de centrarse en lo que para ella tiene personalmente sentido; los demás no pueden apartarla de su meta. Y en cuanto que lo que ella valora, es puramente subjetivo y no puede medirse en términos de éxito o de reconocimiento. Afrodita es  (paradójicamente) muy similar a la anónima e introvertida Hestia, que, aparentemente, es la diosa menos parecida a Afrodita.

Tener que elegir entre ser puta o ser santa es tener que estrangularse, dejar de respirar, amputarse una de las partes que van a ser vistas y juzgadas desde fuera. Y lo que es peor: es tener que separar la vida de la propia vida, dividir los instintos y las emociones, enloquecer por no poder juntar todo ello en una misma persona. Es ahogarnos en nosotras mismas y ponérnoslo muy difícil para salir a flote.

6 jun 2014

VIAJAR SOLA A MARRUECOS

El título lo dice todo: viajar sola (una y en femenino: o sea, una mujer) a Marruecos.

¿Es peligroso? Esa es la gran duda que creo que asalta a cualquier viajera que quiera ir allí en estas condiciones. Todo lo que escribo a continuación es fruto de mi experiencia, así que que nadie lo tome como una verdad absoluta, pero creo que puede ser de ayuda a quienes estén pensando en hacer lo mismo.

Antes de viajar escribí un montón de veces esta frase en Google, y me di cuenta de que muchas más mujeres como yo buscaban una respuesta, y pocos eran los sitios en los que se encontraba el testimonio de alguien que hubiese estado ya y tuviese una experiencia personal. La mayoría de las búsquedas sobre esta cuestión acaban en foros de Internet donde gran parte de la gente aconseja desde el desconocimiento y basándose en estereotipos.

                                Vista de Chefchaouen (Marruecos)


Tuve la suerte de poder contactar con otra bloguera, Bárbara Bécares, quien en su espacio online, "Bárbara on the road"https://unviajedemilesdekmempiezaconunpequenopaso.wordpress.com/ narra su experiencia, entre muchas otras, viviendo siete meses en Marruecos. Le vuelvo a dar las gracias desde aquí por sus consejos y contactos. Sinceramente, tranquiliza mucho saber que al menos quien te habla sobre un sitio ha estado allí, y no precisamente de vacaciones en un hotelito una semana. Durante el viaje también conocí el blog de Carlota Miranda, "No es nada personal"http://notelotomescomoalgopersonal.blogspot.com.es/ otra chica española que estuvo trabajando en Rabat después de haber viajado varias veces al país vecino, tras, según ella, haberse enamorado del país.

Pero volviendo a la cuestión central, y una vez habiéndolo vivido, lo cierto es que NO, viajar a Marruecos no es peligroso. Es seguro, o al menos todo lo seguro que puede vivir uno en cualquier pueblo de España o en Madrid. Quiero decir que nadie te va a garantizar que no te vaya a pasar nada, al igual que nadie te garantiza que no te pase aquí. Pero no te van a poner un burka (yo nunca me cubrí el pelo), ni te van a cambiar por un camello, ni te van a agredir por que sí... Ni ninguna de esas ideas preconcebidas. Por supuesto que locos y mala gente hay en todos los lados y tampoco es oro todo lo que reluce, hay que ir con cuidado con los desconocidos y tener sentido común. Sobre todo esto último, igual que lo tenemos aquí y no nos metemos en barrios peligrosos ni nos relacionamos con quien nos da mala espina.

Repito: viajar sola a Marruecos es seguro... pero debo reconocer que también puede ser incómodo. Una mujer "occidental" (o que lo aparente por su vestimenta, aunque ésta no sea llamativa), joven y sola llamará la atención, sobre todo de los hombres, y esto sí se puede hacer pesado. En los lugares turísticos esta atención es doble porque al hecho de ser una mujer se le suma que eres una cliente potencial de cualquier cosa (y es que venden cualquier cosa).
Por lo general los hombres marroquíes a penas han tenido ocasión de relacionarse o conocer un poco en profundidad a una extranjera... Y en mi opinión (es sólo mi opinión) creo que suelen pensar que una extranjera es más "fácil" que una local, y que no tendrán que hacer tantos rituales para conquistarla. Esto puede llegar a sacar de sus casillas a cualquiera. Mi recomendación es ignorarlos completamente, como si no existiesen. No quiero decir con esto que todo el que vaya a hablar con una turista tenga esta intención, ni mucho menos, pero si realmente es así, recomiendo no empezar a tener ninguna conversación con ellos.

                                                  Calle de la medina de Fez

Durante todo un mes tan sólo tuve una mala experiencia de este tipo, precisamente con un hombre que salió de un coche pidiéndome que me tomase un café con él. No pasó nada, y aunque me dio impresión no dejé que marcase mi idea del viaje ni del país, porque toda la gente que he conocido y me ha ayudado (también hombres) supera esto con creces.

Creo que hay que evitar ir con la idea preconcebida de que "no me van a dejar en paz", "voy a llamar mucho la atención" o "mejor no voy".
Puede que estas cosas pasen, y que llames la atención, pero .. ¿por qué añadir más estrés y mala leche a una situación nueva? Por otro lado en Marruecos la seguridad del turista está bastante garantizada.

También quiero añadir que cuando una se plantea viajar sola, en realidad, casi nunca se está sola. Siempre acabas conociendo gente, otros viajeros, personas en los albergues, locales... que te ayudan o se convierten en compañeros de viaje. La gente suele ser hospitalaria y protectora. Es fantástico conocer tanta gente distinta con la que sabes que estás compartiendo momentos y lugares que quién sabe si volveréis a visitar.

Si es la primera vez que se viaja al país, por mi experiencia recomendaría acercarse poco a poco. Tal vez primero hacer un viaje de unos días, una semana. Luego quedarse un poco más. Ir conociendo poco a poco a la gente, las costumbres... Pero cada uno es muy libre de hacerlo como quiera, yo de hecho me he ido un mes "de golpe y porrazo" y por eso aconsejo más esta otra opción.Me ha encantado el viaje pero tengo que reconocer que puede hacerse muy cansado porque Marruecos es un país que ofrece un  contraste tras otro, situaciones que en Europa no solemos vivir, y como para todo, hace falta tiempo para acostumbrarse. Y si no, si uno se decide por estar más tiempo; hay que tomárselo con calma para asentarse y conocerlo poco a poco, entrar en contacto con las costumbres (las de verdad, no las del turisteo), con la gente, con las ciudades... E incluso, por qué no, aprender algo de "dariya", el dialecto árabe marroquí.

En otros post me gustaría explicar más sobre otros aspectos del viaje, tales como la moneda,los precios, costumbres o sitios más conocidos. Pero eso merece una entrada aparte. Por si os ayuda, aquí dejo algunas referencias de testimonios que encontré en Internet, de blogueras que han viajado solas y hacen sus recomendaciones:

-"Viajar sola por Marruecos" (Bárbara on the road, blog de Bárbara Bécares)

-"¿Es peligroso viajar chicas solas a Marruecos?" (No es nada personal, blog de Carlota Miranda)

-"Guía para viajar de mochilero por Marruecos" ("Viajando por ahí", blog de Aniko Villalba)


27 may 2014

MARRUECOS, TIERRA DE CONTRASTES

Después de un mes de mochilera por Marruecos, el país vecino y tan desconocido, tengo una libreta llena de conclusiones, contactos, ideas, mis propios estereotipos...

Pero sin duda la palabra que más ha venido a mi mente durante este mes ha sido  CONTRASTE. Es lo que Marruecos supone para aquel que lo visita desde Occidente. Y creo que el contraste es doble: por un lado la propia cultura marroquí está llena de contrastes, y por otro, para el viajero que llega de otra cultura, la marroquí supone una bofetada de cosas nuevas, una gran bocanada de vida, a veces de dolor, de inadaptación y de fascinación.

Así que voy a intentar hacer honor el título "Marruecos: tierra de contrastes", e intentar, humildemente, describirlo tras haber vivido un mes, tiempo absolutamente insuficiente para entender un lugar en el que precisamente el tiempo es valorado como se merece, pero dejando de un lado el calendario y el reloj.

Y viniendo de España no puedo empezar con otra cosa que no sea el mar, los 14 kilómetros que separan dos países, dos culturas, dos continentes, mucho más unidos de lo que imaginamos.

       Las costas españolas se ven desde una azotea en Tánger (Marruecos)

El mar... ¿Qué digo el mar? Los mares: el océano Atlántico y el mar Mediterráneo bañan las costas de este país tan desconocido para la mayoría de los occidentales.

¿He dicho desconocido? ¿Es que acaso nunca han oído hablar de él? Pues sí, desconocido hasta la médula, y no porque no sepamos situarlo en el mapa (de hecho creo que es de los pocos países africanos que el español medio sabe ubicar en un mapa, servidora la primera hace unos años).
Pero desconocemos tanto de él: su cultura, su cultura real y no la que imaginamos, su gentes, sus gentes, su religión, sus calles... Sus mares, como decía al principio, y sus montañas enormes.

En Marruecos lo viejo y lo nuevo se dan la mano continuamente, el blanco y el negro se cambian de lugar para abrirse paso el uno al otro, lo brutal y lo refinado se entre ponen siempre.

Las ciudades imperiales siguen como si el tiempo no hubiese pasado, salvo para transformarse de cara al turismo, esa fuente de ingresos hacia la que cada vez más se orientan los zocos.

En Fez el culto a la artesanía tradicional atrae miles de turistas, quienes sacarán sus cámaras para inmortalizar la vida de la medina como si no hubiese pasado el tiempo, para fotografiar a ese animal vivo antes de ser cocinado, para ver a los orfebres trabajar, o darse cuenta de que esos bolsos de cuero bueno se fabrican en curtidurías donde el olor en insoportable. Las calles laberínticas de la medina se ríen del que no presta atención, y protegen del calor infernal.

    Medina de Fez: turística y tradicional a la vez

En Marrakech, los cuenta cuentos locales (que sólo hablan árabe) se dirigen a sus conciudadanos al caer el sol en la plaza Djeema el Fna, mientras sus vecinos de los zocos exageran los precios pendientes del turista.

 La capital, Rabat, que disponde de tranvía desde hace casi un año, y que contrasta con el sur del país, donde aún  ni siquiera hay tren.El desierto y la montaña. Los pueblos de "kashbas" del sur, construídas de barro, en un entorno árido que se llena de verde en primavera.

 Pueblo del valle de Ourika, cerca de Marrakech. En primavera la vegetación contrasta con el paisaje árido.

El respeto a las tradiciones y a la religión, el permiso de los padres para contraer matrimonio, las mil y una ceremonias para todo y para nada. La hospitalidad con el extranjero, a quien se agasaja con comida hasta que no puede más...

-"Safi!" (Es suficiente).

La propia sociedad marroquí sacude a viajero con sus contrastes. La cultura del regateo (que parte de la base de que el vendedor quiere timar y el comprador intenta que le timen lo menos posible), choca con esa generosidad y el acogimiento, con el hecho de que por mucho "sálvese quién pueda" que reina en las calles de Marruecos, siempre hay un plato de comida en cada de la familia, que con que uno trabaje y lleve el pan el resto sabe que no va a pasar hambre.
¡Cuánto nos queda por aprender en este "primer mundo" que nos hemos montado!

Y no, no todo es bueno. También hay injusticia en Marruecos, niñas a las que se les casa, falta de libertad (aquí tampoco vamos súper sobrados). Hay pobreza, pero nunca he visto miseria. La comunidad lo abarca todo, para lo bueno y para lo malo, y los lazos de amistad rozan la hermandad.

El recato de las mujeres no tiene porqué tapar la alegría desbordante que desprenden en las fiestas. Y estas fiestas, estas ganas de vivir, pueden salir improvisadas y de repente ver cantar, bailar y reír como hacía muchísimo no lo veías. Y al preguntarles porqué de repente se han puesto a bailar y a reír, con total normalidad te contestan:

-Y si no bailamos y reímos, ¿para qué estamos vivos?

Blancos más hacia el norte, de ojos claros, y rasgos más árabes según se avanza hacia al interior... También hay contrastes raciales en Marruecos. Los antiguos bereberes ya están tan mezclados con los árabes que es muy difícil distinguirles, los subsaharianos...

<<Allí tenéis el reloj, aquí tenemos tiempo>>, es una frase que se hizo famosa hace unos años cuando el diario español "La Vanguardia" realizó una entrevista a un hombre tuareg. "Tú tienes el reloj, yo tengo el tiempo".
Y resume bastante bien el contraste de vidas, porque al final el tiempo juega un papel decisivo en cómo se vivan. Y creo que es aplicable también a cómo muchos marroquíes viven su tiempo. Porque lo viven realmente, no lo pasan o, lo que es peor, no lo "matan", como decimos aquí. También hay vidas automatizadas allí, pero he visto pocas.


 Kasba de Rabat

UN PAÍS MUY JOVEN

El respeto a los mayores tampoco quita protagonismo a los niños. Niños. Sobre todo, niños. Niños corriendo por la medina, niños vendiendo collares, niños jugando en las calles de Marrakech, niños que son verdaderos acróbatas, niños. Niños riendo con sus dientes de leche, niños gritando. Niños, al fin y al cabo, siendo niños. Y nadie se asusta por ello. Si hay algo (realmente hay muchas cosas) que destacaría de Marruecos es un país joven: el 27% de la población total tiene menos de 14 años. 

Es común ver familias que tienen 5, 7 o 9 hijos. Y más allá de todas las necesidades materiales que se necesitan para ello, implica que es un país vivo, con mucha vida. Mientras en la mayoría de los países de Europa el índice de crecimiento es negativo (mueren más de los que nacen, hay muchos más viejos que niños), nuestros vecinos están en una situación totalmente opuesta. No propongo imitarlos pero tarde o temprano tendremos que mirar su situación, y prestar atención a estos datos más allá de que deseemos que vengan aquí para ayudar a aumentar las arcas para nuestras jubilaciones; aunque sólo sea para descubrir cómo sobreviven en esas circunstancias de desempleo brutal siendo tantos miembros. Y es que con todos mis respetos un país "de viejos" es irremediablemente un país que se muere, una cultura que agoniza. Y no es en absoluto porque los mayores no sirvan: al contrario, tienen mucho que aportar, pero... ¿a quién? Si no hay jóvenes, ¿a quién enseñarán los que ya tienen conocimiento? En los niños y jóvenes está la energía, las ganas de seguir, y por fuerza natural, la vida, la vida que crea más vida. Y hacer pensar al resto de la sociedad en esa vida, en esas ganas, porque la sociedad no puede negarse a reflexionar sobre ellos, está rodeada de ellos.

Antes de viajar me informé y siempre, o casi siempre, leía que Marruecos sacude a quien lo visita. Y hoy creo  que es cierto. Aunque lo mejor es que cada uno lo vea con sus propios ojos y saque sus propias conclusiones.


19 nov 2013

Pérez- Reverte en "Salvados"

Uno de los objetivos de este blog es crear un material propio. Sin embargo me pareció muy interesante la entrevista que realizó Jordi Évole de "Salvados" a Arturo Pérez- Reverte hace unas semanas.  Hace casi 15 años Pérez- Reverte ya escribió en uno de sus artículos: <<Nadie perdonará un duro de la deuda de los países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.>> 
No me interesa tanto la figura del escritor como lo que cuenta sobre la actual situación política, económica y social de España.

Se podrá estar de acuerdo o no con las palabras de Reverte, pero no está de más echarle un ojo al vídeo para entender algunas causas de la crisis que tantas portadas de periódicos e inicios de telediario abre.





13 nov 2011

Cultura vs.costumbre: titular de prensa

Es común que muchos medios de comunicación cometan errores cuando tratan sobre otros países, costumbres, tradiciones o culturas.
Hace dos días el diario <<El Mundo>> publicó en su edición digital una noticia que me sobresaltó.

El titular rezaba <<Absuelto el acusado de abusar de una menor con la que vive al aceptarlo la cultura rumana>>.Aquí dejo el enlace de la noticia.

La pregunta, evidente, es: ¿Acepta la cultura rumana el abuso de menores? Y lo que es más básico: ¿Cuál es esa cultura rumana?

¿Se refiere a los Dacios, que poblaron el país antes de que llegase el Imperio romano? ¿Se refiere a la influencia soviética aún pervive en el país? ¿Se refiere a los gitanos? ¿A los turcos?

Leyendo un poco más el texto especifica que un joven gitano de origen rumano había sido acusado por abuso sexual, ya que vivía con una menor de 17 años a la que le había hecho madre a los 13. También aclara que el procesado no sabía que tener sexo con una niña de 13 años fuese un delito.

 La cultura rumana como tal no acepta el abuso de menores. Si se habla de cultura rumana, es porque se hace referencia a Rumanía, como Estado con una Constitución y unas leyes. Y ninguna de las dos consientes este abuso.

Lo cierto es que en Rumanía hay mucha población gitana - aunque este tema sería para tratarlo a parte-, y sí es común que muchos se casen siendo niños y que la mujer sea la que menos libertad tiene en esta toma de decisiones, más que nada porque suelen ser las más jóvenes de la pareja y quedar embarazadas en plena adolescencia.
Pero aun así no se trata de una "cultura", si no más bien de una "costumbre", aunque muchas veces ambas palabras parezcan decir lo mismo. Según el Diccionario de la Real Academia la cultura, además de incluir costumbres es un conjunto de conocimientos que permite desarrollar un juicio crítico. Las costumbres, sin embargo, son el modo habitual de hacer las cosas, sin necesidad de juzgarlas.

Así que el protagonista de la noticia abusó de una niña no porque la cultura rumana lo consienta, si no porque hay unas costumbres que así lo hacen. Unas costumbres vomitivas que cortan la libertad personal y llevan a la violación; y que incluso en la propia cultura gitana suscitan críticas, pero no porque en Rumanía se acepte. Ni mucho menos porque exista una especie de "cultura colectiva", como daba a entender el titular, que lo apoye.


 Hay errores que aparecen comúnmente en las páginas de los diarios, pero nadie parece prestarles atención. El lenguaje, que nació para ayudarnos a comunicar exactamente qué ideas queremos transmitir, se ve deformado por el mal uso, y así palabras, frases o expresiones van siendo deformadas día a día, y quienes más deberían velar por su correcto uso - los propios medios- caen en esas mismas trampas. El resultado es devastador: todo acaba siendo ambiguo, el significado real pierde sentido y acaba siendo relegado al olvido, siendo un diccionario nunca consultado su único refugio.