El nombre de este blog no es algo casual. A mí me suena bien, pero sé que no era el mejor nombre para especificar de qué iba a hablar. Sólo sabía que la palabra "Nómada" tenía que estar incluida en el nombre.
Siempre me he interesado, sin saber muy bien por qué, por las culturas nómadas. Y es que al margen de estar al margen de las normas aceptadas para la mayoría, tienen algo más. Y cuanto más voy conociendo sobre ellas y sobre todo, cuando más he "nomadeado" yo misma, más entiendo esta atracción, más forma le voy dando a este interés que en forma de intuición me ha hecho descubrirlas.
Los nómadas son gente sin miedo, parece mentira que nosotros, que nos hemos adueñado de un espacio artificial y somos sedentarios (con las reducidas opciones que eso nos deja), tengamos tanto miedo. Miedo a perderlo todo, o al menos esa ilusión que llamamos "todo". Porque lo único que tenemos es nuestra vida.
Tenía na profesora de danza decía que el movimiento es la vida. Y tenía razón,. Porque la mayor falta de movimiento se produce al morir, es entonces cuando el cuerpo se queda absolutamente rígido; mientras que la vida es siempre fluir, cambiar de posturas, ir arriba y abajo y volver a saltar.
En el desierto del Sáhara sigue habiendo nóamdas
Es curioso ver como todas las culturas nómadas se mueven, son libres y se relacionan con el territorio y las personas que se van encontrando, pero a la vez tienen unas tradiciones muy arraigadas en su cultura, a veces injustas. Para mí esto es una metáfora preciosa de la vida: todos tenemos que movernos, tenemos ese derecho y obligación, y para ello necesitamos mantenernos en nuestro eje, defender y creer en nuestras propias convicciones.
Un exceso de auto- normas y creencia en nuestras verdades haría que no nos relacionásemos, y un exceso de fusión con los demás. que perdiésemos nuestra personalidad.
Además, el nómada tiene que ir ligero de equipaje. Sólo lleva encima lo que necesita. Y es que el peso es enemigo del movimiento. Agarrota y estropea la espalda por un lado, y por otro, el miedo a que se rompan las cosas , paraliza. El nómada va ligero y sabe que si aquí no encuentra algo lo encontrará allá, confía en sus instintos y en lo que puede encontrar, en el futuro.
Moverse es sinónimo de aprender. Lo saben muy bien los bebés cuando empiezan a andar de forma instintiva, se caen, gatean, pero vuelven a probar y a caerse hasta que sus pasos empiezan a ser firmes: en todo este proceso nada ha sido en vano, los músculos se han ido fortaleciendo mientras intentaban moverse una y otra vez, mientras aprendían a controlar su peso y a relacionarse con el entorno.
Quiero compartir aquí las impresiones de otra bloguera, Bárbara, quien desde su blog "Bárbara on the road" cuenta su vida nómada en pleno siglo XXI. En esta entrada concretamente narra lo que le ha enseñado llevar este tipo de vida http://unviajedemilesdekmempiezaconunpequenopaso.wordpress.com/2014/04/27/que-me-ha-ensenado-el-nomadismo/ . En sul blog rescata una frase del libro "El Imperio" del periodista Ryszard Kapuscinski: “Para el nómada, el pasar a la vida sedentaria siempre fue el ultimo recurso, una derrota vital, una degradación. No conoce el precio a la hora de pagar la libertad“.
"Latcho Drom", documental del director Toni Gatlif, que narra la travesía del pueblo gitano a través del arte, la música a y el baile
Creo que en fondo los instintos que guían a los nómadas son los mismos que seguimos llevando todos en nuestros día a día. Aunque creamos que no dependemos de las estaciones, ni de si hay comida en esta zona o en esta otra, o de si debemos migrar en función de adónde vuelen los pájaros. Son instintos muy básicos que sólo salen a la luz en los momentos clave. Son los instintos que van al mismo sitio, a hacernos lo que somos. Es el instinto del aprendizaje continuo.
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