Llevaba tiempo queriendo verla. La película de Asif Kapadia "Amy: la chica detrás del nombre", que se estrenó en julio, se presentaba como una buena opción para conocer un poco más sobre la cantante londinense. Y la verdad es que no me decepcionó: las dos horas que dura el film se pasaron casi sin darse cuenta, y eso teniendo en cuenta que durante el documental sólo parecen imágenes de vídeos caseros en inglés, subtitulados al español.
Así que ayer la vi en los Cines Renoir, miércoles, día del espectador, por 4,50 euros. A nadie se le escapa que no es la gran rebaja, pero mejor esto que los 7 que cuesta habitualmente.
La cinta me gustó bastante, y sin tener un gran conocimiento sobre narrativa audiovisual, repito que se hace amena. No es fácil contar (otra vez, una más) la vida de una estrella tan mediática como controvertida como fue Amy Winehouse. O tal vez sí, porque lo que pretende la película precisamente es acercar al espectador la realidad más íntima de Amy; la amiga, la hija de sus padres, la nieta de su abuela, la chica que empezó en la música sin esperar llegar a ningún sitio, la novia enamorada que sufre y sonríe. En definitiva: la persona que había tras el personaje.
Me pareció bastante objetiva dentro de lo que cabe, algo que consigue gracias a que todo son testimonios reales de amigos de la cantante, de su novio, de sus padres y de managers y otros artistas que colaboraron con ella. No hay una sola voz que guíe el documental, y todo está acompañado por imágenes caseras, alejadas de las que la televisión ofrecía día sí, día también, de sus idas y venidas.
A nadie se le escapa que éste es el aspecto que más gancho tiene para la audiencia; el material desconocido sobre las entrañas de que fuera la nueva promesa del Jazz.
Tal vez el único "pero" es la sensación que se le queda al espectador al pensar en la cantante exclusivamente como una víctima de las circunstancias, en especial en el tema de la droga. Aunque también es cierto que precisamente de eso trata el documental; de mostrar la parte más vulnerable de la cantante, la de la chica que buscaba a su padre mientras él buscaba periodistas que la grabasen, de los contratos millonarios que peligraban si se apartaba, del novio al que imitaba incluso si se cortaba la piel.
Más allá del documental, de lo escrito en mil páginas y de las extravagancias de prensa rosa, que ni aún hoy han cesado, me alegro de haber descubierto este vídeo.
Se trata de una versión acústica de "Back to Black", grabado en su gira por EE.UU. Se trata de un vídeo en blanco y negro. Sin colores, sin músicos ni bailarines por detrás marcando un ritmo frenético como acostumbraba en sus conciertos, sin grandes luces, con un público de bar. Sin decoraciones, sin pretensiones, sin ningún afán de protagonismo ni de huir de él. Sólo música, una guitarra y una voz genial. Y una canción para un público embelesado.
Versión acústica de Back to Blak en SXSW
Es el mejor vídeo de Amy que he visto en la red, y la versión que más me ha sorprendido.
Es muy sencillo; una chica a la que se le da bien cantar, acompañada de una guitarra; y un público que la respeta con su silencio y su ovación final y se siente respetado al escuchar algo semejante. Tal vez ni la prensa, ni ella, ni quienes les rodaban lo entendieron, o tal vez sí y luego todo se tergiversó.
Quizá siempre fue así y no había que darle más vueltas.
Auténtico.
Auténtico.
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