31 may 2014

EL TRIUNFO DE LE PEN

Hace una semana el Frente Nacional de Francia, FN, conseguía triunfar en las elecciones al Parlamento Europeo, llevándose uno de cada cuatro votos.  Los medios de comunicación recogían esta victoria, que refleja el avance de los euroescépticos.

No es de extrañar que en la Unión Europea cada vez crea menos en la Unión. Después de años de dura crisis (para unos más que para otros) el bipartidismo se hunde y surgen los movimientos más extremistas y nacionalistas, con un discurso que cala muy bien en una población esquilmada, cansada, más empobrecida y desesperanzada. No ha sido el único partido extremista que ha ganado muchos votos en estas últimas elecciones, pues también en Alemania o en Bélgica.



En Francia vive ya la tercera generación de descendientes de sus antiguas colonias que migraron

La lideresa del FN, Marine Le Pen, ya se ve como ganadora en las elecciones nacionales, y no es para menos: uno de cada cuatro franceses dio su voto a su partido el pasado 25 de mayo. A pesar de que ha intentado desmarcarse de otros partidos de ultra derecha como Amanener Dorado, de Grecia, o como Jobbik, de Hungría, a nadie se le pasa por alto que la cabeza de lista ha tomado el legado de su padre, Jean Maie Le Pen, quien hace tan sólo unos días hacía declaraciones como éstas: "El ébola puede solucionar el problema de la inmigración en tres meses"

Aunque intenta suavizar su mensaje alegando que Francia no quiere ser dirigida desde fuera, a nadie se le escapa que otra victoria del FN en Francia podría poner en jaque al euro, ya que en sus propuestas está el romper con él, y que endurecería las políticas de inmigración . Propone volver al proteccionismo económico, acabar con las facilidades para que los extranjeros obtengan la residencia, y acabar con la Política Agraria Común (PAC).

La asignatura de Historia, que unos pocos de mi generación pudimos estudiar más o menos decentemente (en la ESO la repasabas por encima y los de Ciencias sólo estudiaban Historia de España en 2 de Bachillerato) nos enseña que estamos repitiendo un patrón... Y desafortunadamente estamos repitiendo lo mismo que pasó tras la crisis del 29, cuando el nacionalismo, llevado al extremo con el nazismo y el fascismo, alcanzó su auge gracias a un discurso que llegaba bien a la población. Sé que puede ser exagerado hacer esta comparación , pero casualidad o no, la tendencia es muy parecida.

Cuatro años después del crack de 1929 en Estados Unidos, Hitler ganaba las elecciones en Alemania, utilizando así un sistema democrático para imponer la dictadura.Por supuesto que las circunstancias eran muy distintas: Alemania había sido humillada en el Tratado de Versalles tras la I Guerra Mundial y quería su revancha. Además, otro movimiento como el fascismo italiano, ya había formado antes: lo que ocurrió es que el caos social y económico de la época hizo que ambos creciesen de manera estrepitosa. A eso hay que añadir una política de información brutal a la población, creando instituciones específicas; en Alemania, Joseph Goebbels era el Ministro de Propaganda. ¿A dónde quiero llegar? A que no sólo es el caos, la pérdida del poder económico, de valores de una sociedad... Es también, e importa mucho el mensaje, el qué se dice y el qué no se dice. Y en época de crisis la sociedad desea oír palabras de aliento, de autoestima,  desea claridad, saber quienes son los culpables y quién tiene la razón. Creo que es injusto decir que los únicos culpables de las barbaries de aquella época (y de la nuestra) fueron los líderes: miles de ciudadanos les siguieron por que querían creer.

Por supuesto, no son las mismas circunstancias históricas. Pero a nadie se le escapa que la clase media está desapareciendo en Europa de forma general, y en época de vacas flacas las masas enloquecemos por buscar culpables. No pretendo escribir un artículo catastrofista ni mucho menos, pero sí creo que hay que reflexionar sobre estas situaciones tan parecidas. No digo que sea el mismo caso caso del FN, pero llama la atención que un partido euroescéptico llegue a "vivir" de las instituciones europeas cuando su objetivo real es perderlas de vista. Aquí podéis ver parte de la entrevista que le hizo Ana Pastor a su líder en el programa "El objetivo"



Sin embargo creo que hay algo que diferencia claramente esas dos etapas... Y es que hoy la gente está más conectada que nunca. Tenemos la posibilidad de viajar rápidamente, de estar informados de lo que pasa en cualquier parte del mundo a tiempo real.
Podemos más que nunca ser nosotros mismos quienes sepamos de verdad lo que pasa, si nos queremos implicar.

Ya ha habido crisis y las seguirá habiendo, de todo tipo. Pero lo importante es analizar por nosotros mismos, y por difícil que sea. abstraerse de la situación para ver si realmente es tan "fácil" eso que nos están vendiendo.


29 may 2014

Y TÚ, ¿POR QUÉ VIAJAS?

Ya lo tenía claro cuando me lo preguntó el vendedor de alfombras en Aït Benhaddou. Sabía la respuesta porque había estado pensando sobre ello mientras viajaba en el tren o en el autobús, durante varios días.

Hablando sobre la prisa de los europeos, él me había preguntado que porqué viajaba. Y es de hecho una muy buena pregunta.

Viajo para conocer más y porque creo que mi educación aún no ha acabado. Porque creo que es muy importante vivir en la realidad, y para eso hay que conocerla. Porque, como todo en esta vida, si no eres tú el que se preocupa por conocer y por hacer, siempre acabará habiendo alguien o algo (puede ser la tele, un amigo de un amigo, una película) por medio del cual acabes "viviendo" esa realidad. Habrá alguien que te lo cuente y te diga cómo es, para bien o para mal. Pero así nunca podrás sentir lo que es caminar por aquellas calles estrechas, ni oler ni degustar la comida, ni maravillarte por que el autobús te ofrece un paisaje de cuento por su ventanilla y sentir que tienes suerte por poder disfrutarlo.

Creo que pocas cosas enseñan tanto como viajar, a pesar de que la mayoría de la gente que conozco se ha lanzado a hacer segundas carreras, másters (hay quien acumula tres) u otros estudios superiores, pensando que van a estar más preparados para manejarse en este mundo.
En primer lugar, y de modo práctico, por los idiomas que aprendes, porque no te queda más remedio.
También es fascinante darse cuenta de lo pequeño que es tu mundo. No hablemos ya de la gente que conoces y de las historias que hay detrás. 


Y porque detrás de estas bonitas y profundas palabras se esconde (y ahora lo muestro) mucha dificultad e inadaptación. Viajar no es fácil. Y eso es parte de la clave, porque sin ello no habría aprendizaje. Vivir situaciones que te chocan y causan repulsa al principio, conocer gente hacia la que antes, no nos engañemos, tenías ciertos prejuicios. Vivir en lugares que no son cómodos, donde puedes echar en falta una simple ducha durante días mientras sudas lo inimaginable. Conciliar el sueño en trenes y autobuses o estar alerta ante desconocidos.

Rendirse a que no te queda más remedio que adaptarte a algo que no conoces y que sin embargo, consigues conciliar con tu vida. Y que no pasa nada, todo sigue adelante.

Viajo porque salgo más fuerte y desarrollo mis capacidades al máximo. Viajo para enfrentarme, aunque sólo sea a mi manera, a lo que hay, a pesar de que no siempre es posible ni bonito. Viajo para que no me lo cuentes tú, ni aquél, para no conocer la vida a través de una pantalla, para evaporar todo lo que pienso y volverlo a construir. Viajo para vivir la realidad.

Viajo en realidad para no tener miedo.

                                                  La Koutubia, mezquita de Marrakech (Marruecos)

27 may 2014

MARRUECOS, TIERRA DE CONTRASTES

Después de un mes de mochilera por Marruecos, el país vecino y tan desconocido, tengo una libreta llena de conclusiones, contactos, ideas, mis propios estereotipos...

Pero sin duda la palabra que más ha venido a mi mente durante este mes ha sido  CONTRASTE. Es lo que Marruecos supone para aquel que lo visita desde Occidente. Y creo que el contraste es doble: por un lado la propia cultura marroquí está llena de contrastes, y por otro, para el viajero que llega de otra cultura, la marroquí supone una bofetada de cosas nuevas, una gran bocanada de vida, a veces de dolor, de inadaptación y de fascinación.

Así que voy a intentar hacer honor el título "Marruecos: tierra de contrastes", e intentar, humildemente, describirlo tras haber vivido un mes, tiempo absolutamente insuficiente para entender un lugar en el que precisamente el tiempo es valorado como se merece, pero dejando de un lado el calendario y el reloj.

Y viniendo de España no puedo empezar con otra cosa que no sea el mar, los 14 kilómetros que separan dos países, dos culturas, dos continentes, mucho más unidos de lo que imaginamos.

       Las costas españolas se ven desde una azotea en Tánger (Marruecos)

El mar... ¿Qué digo el mar? Los mares: el océano Atlántico y el mar Mediterráneo bañan las costas de este país tan desconocido para la mayoría de los occidentales.

¿He dicho desconocido? ¿Es que acaso nunca han oído hablar de él? Pues sí, desconocido hasta la médula, y no porque no sepamos situarlo en el mapa (de hecho creo que es de los pocos países africanos que el español medio sabe ubicar en un mapa, servidora la primera hace unos años).
Pero desconocemos tanto de él: su cultura, su cultura real y no la que imaginamos, su gentes, sus gentes, su religión, sus calles... Sus mares, como decía al principio, y sus montañas enormes.

En Marruecos lo viejo y lo nuevo se dan la mano continuamente, el blanco y el negro se cambian de lugar para abrirse paso el uno al otro, lo brutal y lo refinado se entre ponen siempre.

Las ciudades imperiales siguen como si el tiempo no hubiese pasado, salvo para transformarse de cara al turismo, esa fuente de ingresos hacia la que cada vez más se orientan los zocos.

En Fez el culto a la artesanía tradicional atrae miles de turistas, quienes sacarán sus cámaras para inmortalizar la vida de la medina como si no hubiese pasado el tiempo, para fotografiar a ese animal vivo antes de ser cocinado, para ver a los orfebres trabajar, o darse cuenta de que esos bolsos de cuero bueno se fabrican en curtidurías donde el olor en insoportable. Las calles laberínticas de la medina se ríen del que no presta atención, y protegen del calor infernal.

    Medina de Fez: turística y tradicional a la vez

En Marrakech, los cuenta cuentos locales (que sólo hablan árabe) se dirigen a sus conciudadanos al caer el sol en la plaza Djeema el Fna, mientras sus vecinos de los zocos exageran los precios pendientes del turista.

 La capital, Rabat, que disponde de tranvía desde hace casi un año, y que contrasta con el sur del país, donde aún  ni siquiera hay tren.El desierto y la montaña. Los pueblos de "kashbas" del sur, construídas de barro, en un entorno árido que se llena de verde en primavera.

 Pueblo del valle de Ourika, cerca de Marrakech. En primavera la vegetación contrasta con el paisaje árido.

El respeto a las tradiciones y a la religión, el permiso de los padres para contraer matrimonio, las mil y una ceremonias para todo y para nada. La hospitalidad con el extranjero, a quien se agasaja con comida hasta que no puede más...

-"Safi!" (Es suficiente).

La propia sociedad marroquí sacude a viajero con sus contrastes. La cultura del regateo (que parte de la base de que el vendedor quiere timar y el comprador intenta que le timen lo menos posible), choca con esa generosidad y el acogimiento, con el hecho de que por mucho "sálvese quién pueda" que reina en las calles de Marruecos, siempre hay un plato de comida en cada de la familia, que con que uno trabaje y lleve el pan el resto sabe que no va a pasar hambre.
¡Cuánto nos queda por aprender en este "primer mundo" que nos hemos montado!

Y no, no todo es bueno. También hay injusticia en Marruecos, niñas a las que se les casa, falta de libertad (aquí tampoco vamos súper sobrados). Hay pobreza, pero nunca he visto miseria. La comunidad lo abarca todo, para lo bueno y para lo malo, y los lazos de amistad rozan la hermandad.

El recato de las mujeres no tiene porqué tapar la alegría desbordante que desprenden en las fiestas. Y estas fiestas, estas ganas de vivir, pueden salir improvisadas y de repente ver cantar, bailar y reír como hacía muchísimo no lo veías. Y al preguntarles porqué de repente se han puesto a bailar y a reír, con total normalidad te contestan:

-Y si no bailamos y reímos, ¿para qué estamos vivos?

Blancos más hacia el norte, de ojos claros, y rasgos más árabes según se avanza hacia al interior... También hay contrastes raciales en Marruecos. Los antiguos bereberes ya están tan mezclados con los árabes que es muy difícil distinguirles, los subsaharianos...

<<Allí tenéis el reloj, aquí tenemos tiempo>>, es una frase que se hizo famosa hace unos años cuando el diario español "La Vanguardia" realizó una entrevista a un hombre tuareg. "Tú tienes el reloj, yo tengo el tiempo".
Y resume bastante bien el contraste de vidas, porque al final el tiempo juega un papel decisivo en cómo se vivan. Y creo que es aplicable también a cómo muchos marroquíes viven su tiempo. Porque lo viven realmente, no lo pasan o, lo que es peor, no lo "matan", como decimos aquí. También hay vidas automatizadas allí, pero he visto pocas.


 Kasba de Rabat

UN PAÍS MUY JOVEN

El respeto a los mayores tampoco quita protagonismo a los niños. Niños. Sobre todo, niños. Niños corriendo por la medina, niños vendiendo collares, niños jugando en las calles de Marrakech, niños que son verdaderos acróbatas, niños. Niños riendo con sus dientes de leche, niños gritando. Niños, al fin y al cabo, siendo niños. Y nadie se asusta por ello. Si hay algo (realmente hay muchas cosas) que destacaría de Marruecos es un país joven: el 27% de la población total tiene menos de 14 años. 

Es común ver familias que tienen 5, 7 o 9 hijos. Y más allá de todas las necesidades materiales que se necesitan para ello, implica que es un país vivo, con mucha vida. Mientras en la mayoría de los países de Europa el índice de crecimiento es negativo (mueren más de los que nacen, hay muchos más viejos que niños), nuestros vecinos están en una situación totalmente opuesta. No propongo imitarlos pero tarde o temprano tendremos que mirar su situación, y prestar atención a estos datos más allá de que deseemos que vengan aquí para ayudar a aumentar las arcas para nuestras jubilaciones; aunque sólo sea para descubrir cómo sobreviven en esas circunstancias de desempleo brutal siendo tantos miembros. Y es que con todos mis respetos un país "de viejos" es irremediablemente un país que se muere, una cultura que agoniza. Y no es en absoluto porque los mayores no sirvan: al contrario, tienen mucho que aportar, pero... ¿a quién? Si no hay jóvenes, ¿a quién enseñarán los que ya tienen conocimiento? En los niños y jóvenes está la energía, las ganas de seguir, y por fuerza natural, la vida, la vida que crea más vida. Y hacer pensar al resto de la sociedad en esa vida, en esas ganas, porque la sociedad no puede negarse a reflexionar sobre ellos, está rodeada de ellos.

Antes de viajar me informé y siempre, o casi siempre, leía que Marruecos sacude a quien lo visita. Y hoy creo  que es cierto. Aunque lo mejor es que cada uno lo vea con sus propios ojos y saque sus propias conclusiones.