En 1826 el pintor Francisco de Goya hizo este dibujo. Es un autorretrato que refleja en final de sus días, en el que puede leerse <<Aún aprendo.>>
Al parecer el origen de esta expresión estaría en la sentencia de Platón y Plutarco "anchora imparo" (todavía sigo aprendiendo), según el Museo del Prado, institución que hoy conserva la obra.
Se cree que lo dibujó porque en sus últimos años perdió agilidad y en Burdeos tenía que ir acompañado siempre por un joven para poder andar, y, enfadado, exclamaba: ¡Qué humillación, a los ochenta años me pasean como a un niño: es necesario que prenda a andar!
Más allá de la ironía que pudo dar origen a esta obra, cabe resaltar que la mejor etapa de Goya es la que desarrolló a partir de los 60 años.
Esta obra de Goya representa la humiladad de este artista y sus ganar de seguir superándose.