<<Escribir en Madrid es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como en una pesadilla abrumadora y violenta.>>
( Mariano José de Larra, "Horas de Invierno", 1836)
Decía Larra que escribir en España es llorar. Y lo decía allá por 1836, hace siglo y medio. Mucho ha cambiado este país desde entonces, las ciudades, la tecnología, los medios de transporte, los de comunicación y la educación; pero lo que me sorprende de los artículos de Larra es que siguen sin pasar de moda para describir las costumbres más arraigadas. Y es que si levantase la cabeza se daría cuenta de que escribir, y concretamente ser periodista (más aún si eres joven) sigue siendo llorar casi doscientos años más tarde.
No es el único de sus artículos que sigue estando vigente a día de hoy, y como de periodismo y estudios periodísticos va la cosa, no me resisto a señalar al célebre <<Vuelva Usted mañana>>, en el que denunciaba la lentitud del papeleo inservible y cómo para hacer cualquier trámite uno se las ve y se las desea en cualquier administración. Y tal y como están las cosas sólo puedo reírme.
Resulta que hace cosa de un mes recibí una carta de la Universidad Complutense comunicándome que después de más de dos años por fin podía ir a recoger el título de Periodista. Me hubiera gustado que viniese Larra a acompañarme a por el título mientras el funcionario de turno fruncía el ceño por tener que levantarse de la silla a buscar entre los montones de títulos acumulados.
-DNI, apellidos...Léetelo para ver si está todo bien.- Me dijo. Mientras lo releía (sí, al menos todo estaba bien y no he de esperar otros dos años a que lo cambien todo), una chica sentada al lado preguntaba por no se qué asignaturas optativas...Y me pregunté si le serviría todo aquello igual que a mí, si de verdad había merecido la pena romperse la cabeza todos los años cuadrando asignaturas, créditos, aprobando exámenes, buscando prácticas aquí y allá... Al fin y al cabo el título era, al menos, parte del resultado. En el momento en que lo firmé me dieron ganas de decirle al funcionario:
- <<¡Cinco años para esto!>>
Pero ni eso me salió. Cinco años de
licenciatura, más dos esperando del título. Algo que al final no es más
que eso, un papel que certifica que has superado un conocimiento oficial, pero
lo oficial en ese caso difiere sobremanera de la realidad. No me quedé a ver
cómo es ahora la facultad; la última noticia que me llegó es que
pusieron una tele de plasma en la cafetería y desconozco cuántos equipos útiles
podrían haber comprado ahorrándose las teles (que están en varias partes de la facultad), o cuánto tiempo podrían haber contratado profesores aunque fuese precariamente.
Facultad de Ciencias de la Información, tan helada como se han quedado algunas de sus asignaturas
Ciertamente, hoy sí se puede decir que el joven periodista tiene ganas de llorar. Y no es sólo una cuestión de formación: en los últimos años la crisis se ha cebado con los medios de comunicación de forma aplastante. A el creciente número de periodistas en paro (que creció alarmantemente el año pasado) hay que sumarle una realidad más espeluznante aún y con la que pocas encuestas cuentan: la de los jóvenes licenciados que ni siquiera son contados como población parada ya que en algunos casos tienen convenios de becario que se prolongan hasta casi los treinta años.
Y puestos a citar en este artículo, no puedo olvidarme de Gabriel García Márquez, que afirmaba que ser periodista es el mejor oficio del mundo. Lo es, sin duda, cuando no pierde su sentido.
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