Imagen de Bucarest anoche
El gobierno rumano se ha reunido hoy para tratar la grave crisis de impopularidad que atraviesa y que está en el origen de las protestas. El presidente Trian Basescu es el centro de la rabia que muchos ciudadanos llevan acumulando durante los últimos años, en los cuales ha adoptado medidas económicas fuertemente rechazadas por la población: bajada del sueldo de los funcionarios un 25%, subida de los impuestos o la congelación de las jubilaciones. Todo ello para poder recibir 20.000 millones de euros de ayuda por parte del Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea.
La última medida de ahorro que el gobierno de Basescu pretendía aplicar y que ha provocado la indignación ha sido el intento de reformar el sistema sanitario privatizando ciertas áreas mediante subcontratos.
Hace unos días el vicesecretario de Estado de Sanidad, el médico de origen palestino Raed Arafat, mostró en público su rechazo a la reforma dimitiendo de su cargo, lo que le ha suscitado numerosos apoyos entre la población, el enfrentamiento directo con Basescu y ha desencadenado las manifestaciones contra dicha ley. "La misión de salvar vidas será sustituida por una competición comercial", afirmó Arafat en televisión.
Desde el jueves miles de manifestantes salen a las calles de las principales ciudades del país: Bucarest, Iasi, Craiova, Cluj Napoca y Timisoara. Y aunque el mismo viernes Basescu afirmó en público que no llevará a cabo la reforma sanitaria argumentando que nadie en el sistema quiere este cambio, los rumanos siguen pidiendo su dimisión en las calles.
Anoche en Bucarest se reunieron unas mil personas de forma pacífica hasta que al parecer unos jóvenes empezaron a tirar petardos contra la policía. Para demostrar que quienes usaron la violencia fueron unos pocos hoy se han vuelto a repetir las manifestaciones en distintos puntos del país.
Disturbios del domingo
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